Con el presente se inicia una nueva etapa de comentarios y gráficos del IGE 4200 México -Venezuela 2010, todo ello, con la finalidad de darle una seriación a lo vivido por parte de los integrantes del IGE en mención. Iremos paso a paso, desde su orígen, desde el momento aquel cuando fuimos convocados para conocernos e integrarnos como Grupo de Estudio en Ciudad del Carmén, Campeche; así, como darle cumplimiento a los principios y objetivos de la Fundación Rotaria para los IGES del mundo Rotario. Este se ofrece como un agradecimiento a nuestros seguidores que en estos momentos suman más de cinco mil -a todos ellos muchas pero muchas gracias- y desde luego, para todos aquellos que están por visitarnos. ¡Que honor!
Agradecimiento que va también para los Rotarios del Distrito 4200 a sus integrantes y directivos que creyeron en nosotros; al igual para los del Distrito 4380, que nos cobijaron y nos hicieron sentirnos especiales en todo momento, aún hoy en día.
En lo personal tengo bien presente ese día, cuando las espectativas en esos monentos eran: ¿Como serán? ¿Cuales son sus áreas de interés? ¿Que labor profesional realizan? entre otra más.
Se sabían los nombres y como estaba compuesto el grupo: un hombre y cuatro mujeres, una de Campeche (Alicia), otra de de Chiapas (Mariana), una más de Oaxaca (Adriana) y la última de ellas de Quintana Roo (Helen).
El encuentro fue maravilloso, parecíamos amigos de toda la vida la empatía fue como amor a primera vista. Y como todas las cosas hermosas, el deseo que sea por siempre ( o al menos, que durara el tiempo programado para su realización). La verdad es que la integracón lograda y los beneficios obtenidos han dado lugar para afirmar que será para toda la vida. Haber sido líder de este grupo de mujeres extraordinarias, talentosas y de gran perfil sin menoscabo de su hermosura física y espiritual, fue en verdad un privilegio, un regalo que desearía que muchos lo obtengan en su andar por la vida terrenal. Debo insistir que este es el principio, lo demás será una entrega por esperar, la cual llegará de tiempo en tiempo sin desesperar. Es un comproniso en promesa.
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