lunes, 31 de diciembre de 2012

¡¡¡FELIZ Y VENTUROSO AÑO 2013!!!


Apreciados amigos Rotarios:
¡Cuánta sabiduría nos deja el tiempo al paso de la vida! Siendo tan corta para coexistir, ofrece un sinfín de aprendizajes derivados del ser y el hacer. La convivencia y corresponsabilidad entre los entes con los cuales interactuamos, nutre nuestro proceder y  hacer, que complacen está vida existencial en gratitud permanente. Ahí estás, remembrando cada momento vivido en los que ha permanecido una amistad que perdura y un interés por los propósitos que acrecientan su existencia. Razones que dan lugar  a manifestar agradecimiento, tanto por los logros alcanzados como los que el futuro nos frece a plenitud.

¡Festejemos lo alcanzado y renovemos los propósitos en este año nuevo por iniciar! 

Amigo (a) s gracias por su amistad sincera que mucho aprecio y valoro, agradezco que estén ahí. ¡Sigamos compartiendo ideales, que den lugar a construir el  espacio que mucho deseamos en el existir  de mañana y siempre!

                            
¡¡¡FELIZ Y VENTUROSO AÑO 2013!!!
                                     

 
JLCE 

jueves, 27 de diciembre de 2012

Aves canoras, compuesta el 27 de diciembre 2012


Aves canoras

 

Aves canoras de recuerdos,

Llegan, como fueron evocadas,

Muestran su presencia sin olvido,

Presentes  marcando un destino.

Una a una está presente,

Cada una un momento,

Una circunstancia de existencia,

Una razón de vida diaria.

Verlas en revoloteo,

Es sentir un andar en el tiempo,

Detenido para recrearse

Una vez más de recuerdos presente.

 Paz y felicidad traen a cuestas,

Sin sabores también ocasionan,

¡Qué más da! Están presentes.

Aves canoras,

¡Cuántos recuerdos traen!

Felicidad por encontrarse,

Amores en permanencia.

 

 27 de diciembre de 2012

 

Jorge Luis Canché Escamilla

  

 

  

miércoles, 26 de diciembre de 2012

La Noche Buena en un sentir diferente, publicado el 24 de diciembre


Jorge Luis Canché Escamilla

Al tomar el camión en el centro de la ciudad con rumbo a Sambulá, me encontré con un anciano mayor que yo, y eso que rayo por los setentas. Dado a que era unas de las pocas personas que se encontraba en dicho medio de transporte, se sentó casi frente a mí. Avanzamos unas calles encaminados hacia la colonia, cuando inició su charla aduciendo que era 24 de diciembre, que a unas cuadras antes de llegar a la avenida Itzaes vivía una hija suya con su nieta, estaban solas.
“¿Eso por qué?”, le pregunté más con el ánimo de participar en la charla que por otra cosa. “Desde el principio, se me hizo raro que un adulto mayor estuviera tan solo a eso de las 10 de la noche, más aún cuando yo, rebaso los sesentas”, se dijo Jacinto. “Los abandonó el mentecato tan pronto nació la niña” —aseveró con profundo rencor, en tanto fijaba la miraba en la ventana del camión viendo a través de ella a lo lejos.
“Resultó un patán, poco hombre para enfrentar sus compromisos y responsabilidades como esposo y padre. Mi hija, ante el abandono – continuó—, cayó en estados depresivos, y a pesar de los apoyos ofrecidos, abandonó sus estudios que con tanto esfuerzo le estaba costeando. A pesar de creer en él y que la niña nació de esa relación, ella, prácticamente, la ha rechazado. No le expresa cariño, le ha hecho sentir desde siempre la causa de su desgracia. No la atiende a pesar de que ahora es una adolescente; la niña, a pesar del trato que recibe, es buena e inteligente. Está en tercero de secundaria, no quiero que caiga en manos de algún desquiciado mental”, expresaba con suma aflicción pensando, quizás, que en la colonia existen sitios peligrosos.
Todo esto lo decía moviendo la cabeza de un lado a otro, con los ojos a punto del llanto. “La chica ha de tener quince años” –le dije al momento. “¡No! –contestó—, tiene diecisiete, la pobre, en varios momentos ha tenido que interrumpir sus estudios cuando su madre cayó en severas crisis de neurosis. Trabaja por la noches en una lonchería de San Sebastián, con eso y con la ropa que plancha y lava su mamá por días -cuando está bien, precisó- sobreviven. Así la van llevando”, me dijo con onda angustia. Y yo que voy con la molestia aún de que Jacinto (Jr.), mi hijo, reprobó una materia de este su primer semestre de metra trónica; que aún no se le acaba, que aún no me la acabo, y este anciano, con un sinfín de problemas que lleva a cuestas, dije a mis adentros.
En tanto hacía está reflexión, miraba a mí interlocutor con relativa preocupación, quien estaba al borde del llanto otra vez, mostrando en su rostro un desasosiego que rompía el alma. ¡Qué difícil es ver a un hombre así, en esas condiciones de sufrimiento! Sentía que el llanto que estaba por brotarle por los ojos, me iba a salir a mí por la garganta, era un nudo que no me permitía emitir una palabra, un sonido cualquiera. En la mente tenía muchas palabras de aliento, de tranquilidad según mi papel de oidor. Más no pude emitir palabra alguna, nada, ninguna. El hombre dejó escapar por fin todo el dolor guardado desde hace mucho, comprendí que quiso hacerlo en mi compañía. El resuello doliente se dejó escuchar, el chofer atisbó por el espejo retrovisor lo que acontecía en su unidad, los escasos pasajeros siguieron los acontecimientos con respeto, humildad y solidaridad propios de la gente íntegra con sus hermanos del dolor y circunstancia. Levanté el brazo y lo posé sobre sus escuálidos hombros, puso una de sus manos en la mía, las palmeó varias veces.
Como si fuera el ánimo que requería con todos los años de la vida en su ya cansado cuerpo, se levantó, me miró con una gratitud que recordaré por siempre y me dijo con una triste-alegría: “¡Feliz Noche Buena!”
Se dirigió a la puerta del automotor para bajarse en su esquina referida, llevando entre sus brazos una bolsa con barras de francés en la que podía leer: “La Vieja”. Aún alcancé mirarlo al quedar parado sobre la escarpa. En tanto el camión avanzaba, su imagen se achiquitaba, y al tomar la leve curva para enfilar a la avenida Itzaes, Internacional, Aviación y otras más – en la cual me bajaría— lo vi por última vez.
“He ahí un hombre con una tarea a cuestas –me dije. Llevar un poco de alegría en la desesperanza. Del diálogo al soliloquio, referí a mis adentros, en tanto expresaba con gran ímpetu a mí longevo decembrino encontrado a unas horas del momento esperado: la Noche Buena. ¡Feliz Noche Buena! Aunque muchos también dirán más tarde: ¡Feliz Navidad!”, concluí.
Deseo, con el presente escrito, hacer llegar a los amigos lectores del Diario POR ESTO! y seguidores: “UNA FELIZ NAVIDAD 2012”. Merecido nos lo tenemos. ¿No cree?


lunes, 24 de diciembre de 2012

Notas alusivas al momento que vivimos y que gustosos les comparto


 
Luz de arribo,

Momento esperado en las horas,

Trajiste alborozo y gran consuelo.

Alegrías por doquier sé hacen presentes,

Corazones que se abren al amor inmaculado,

Ilusiones que se harán realidad  a tu paso,

Felicidad presente en hogares,

Que mantienen fe de tu llegada,

Bendiciones prodigadas en infinito.

Tú, yo, nosotros, todos,

En paz ante lo bendito.

¡Navidad en la gracia

Y en el alma de los seres!

 

¡¡FELIZ NAVIDAD 2012 Y UN VENTUROSO AÑO 2013!!

 

¡¡Feliz Navidad y un Venturoso Año 2013!!


Apreciados amigos de RI:

Mucho por pensar, hacer y decir, mucho más por perdonar, amar y servir. Estos son los pensamientos que surgen ante la víspera de lo que pronto viviremos en la navidad y el fin de año. Razones para decirles a todos nuestros seres queridos y amigos: Gracias.
Gracias, por habernos dado la oportunidad de convivir y compartir hermoso momentos que están presentes en el tiempo, hagamos votos para que los nuevos tiempos por venir sean más frecuentes e intensos, fortalezcan nuestros lazos de afecto, amistad y permitan que estos sean perennes por siempre en el tiempo.


Razones que me permiten también, desearles.

¡¡Feliz Navidad y un Venturoso Año 2013!! https://www.quebles.com/content/129014/preview.gif
JLCE